Semana del 28 de marzo al 03 de abril
Mientras
las nubes comienzan a cantar la estación de otoño, guardo en mi mochila, una
botella de agua, frutas, ropa, audífonos y fotos antiguas, preparándome así
para el viaje que emprenderé el día de hoy.
Saliendo
de La Serena con destino a la Región de Atacama, ya dentro del auto, mi gran
acompañante del viaje, me pregunta sobre mis clases en la universidad y allí es
cuando comienza mi reflexión…
Desde pequeña siempre quise estudiar pedagogía y en aquella decisión, también venía plasmado mi ambiente familiar. Generaciones y Generaciones de docentes por doquier, por lo que siempre estuve familiarizada con el rubro.
Más
de una vez me pregunté si elegía la docencia por presión o por gusto, sin
embargo, desde hace unos años me di cuenta de que cada vez con más convicción
elegía pedagogía por sobre otras carreras. Ya habiendo solucionado la anterior
pregunta, me planteé otras:
¿Qué es la identidad docente? ¿Cómo debe
actuar un profesor? ¿Qué debe hacer?
En
las películas y series siempre se estereotipa al docente como un ser dedicado
al cien por ciento a su trabajo, que casi no tiene vida social, que es un ser
aburrido carente de emociones y lamentablemente estos prejuicios de una u otra
manera repercuten en la mirada de nosotros mismos. ¿Esta es nuestra
verdadera identidad? ¿Somos aquellos que representan allí?
Después
de leer la Revisión del concepto de identidad profesional
docente por Olave, S. (2020), escrito que nos hizo leer el profesor
Richard Bravo, comencé a analizar mis propios pensamientos acerca de la
docencia. Antes pensaba que éramos sujetos que debían ser perfectos, que
debíamos mostrar sólo entusiasmo, olvidándome de lo que es la realidad, que
somos seres diferentes y que cada uno nutre sus identidades en base a aquellas
experiencias vividas a medida que el tiempo avanza.
“El maestro… no tiene derecho a la equivocación, a sentir decepción, tristeza, frustración y emociones alternas a las que se deben sembrar en el alumnado”. (Olave, 2020, pág. 8).
Tanto las clases como este texto me
hicieron reflexionar aún más en como nosotros mismos buscamos encajar en lo que
la sociedad dice, haciéndonos cambiar nuestras identidades por otras totalmente
nuevas y sujetas a la influencia de otros, olvidando que la construcción del
concepto propio e identitario es uno de los pasos claves en la larga travesía que
es nuestro crecimiento profesional.
Comentarios
Publicar un comentario